jueves, 25 de marzo de 2010

Que el mundo quepa en un baúl

Una hoja de verano entre el libro que ojeé, una historia que nunca escribí, los sueños que soñé y el libro que leí. El mundo cabe en un baúl.

Los apuntes que marqué, los cuadernos que escribí, las hojas que corté y aún siguen ahí.

La guitarra que marqué, los cuadernos que escribí, las hojas que corté y aún siguen ahí.

La guitarra que compré, los acordes que aprendí, las canciones que no toqué y las fotos que se ríen de mí. El mundo cabe en un baúl.

La vida que no viví, los sueños que perdí, las imágenes que no olvidé. Los recuerdos de un pasado que se fue y la melancolía de un presente sin ayer.

La carta que recibí, las instrucciones que no seguí. Los consejos burdos y los recortes del ayer. El mundo cabe en un baúl.

Un baúl que reciclé y una vida que guardé.

"La práctica nos demuestra que cuanto menos cargados nos desplacemos, tanto más rápido será nuestro avance"*.

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*Bauman, Zygmunt; Modernidad líquida.

martes, 5 de enero de 2010

Volver

La tierra que elegimos como propia puede no ser aquella en donde nacimos ni donde nos criamos. Puede no ser la que más frecuentamos ni donde más amigos tenemos, pero la sentimos nuestra. Y volver a nuestra tierra enreda sentimientos únicos que sólo conoce quien tuvo la experiencia de volver.


Los recesos son sanos, muchas veces agradables y casi siempre necesarios. Pero la sensación de volver a casa no tiene igual. Es sencillamente único el último suspiro que dejamos en el aeropuerto o en la terminal de ómnibus sabiendo que en tan solo algunas horas estaremos nuevamente en casa. En ese suspiro se agotan las últimas energías que reservamos para ese viaje y se renuevan, con grandes esperanzas, las que conseguimos para recomenzar en nuestro lugar.


El suspiro que se deja en tierra ajena instantes después de entregar a la azafata el boleto de regreso esconde algunas lágrimas de angustia pero muchas más de tranquilidad. Y es esa tranquilidad la que nos lleva de regreso a casa, con una sonrisa dibujada en las entrañas y una canción que puede entonar sólo quien conoce y respeta el himno a la libertad.


El viaje de regreso está marcado por la luna, por las nubes que por debajo de ella cruzan sin pedirle permiso y por las luces que a lo lejos van empequeñeciendo. Se siente a medida que van pasando los árboles y los faroles, mientras las rutas cambian de nombre y el camino hasta entonces recorrido se transforma en un recuerdo, en un pasado que, por suerte, ya no es presente.


Volver no tiene precio cuando el destino del viaje se siente propio.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Viernes 6 am

Él llama a su puerta y sonríe. Ella se acerca al balcón y arroja un manojo de llaves para que pueda entrar. También sonríe.

Son las 6 am y a nadie se le ocurriría asomarse a la ventana una mañana de primavera que parece invierno. Sólo una paloma se atreve a revolotear en la ventana del edificio contiguo. Un gato atigrado, sigiloso, apenas se mueve en el techo de la casa de la esquina.

Alguien siente que puede verlo todo. Todo. Desde su ventana, desde lo alto de un edificio que pasa desapercibido ante los ojos de una multitud que empieza otro día, siente que puede verlo todo.

Y ve un reencuentro entre hermanos que hace tiempo no se ven. Ve risas cómplices y chistes familiares que nunca hizo y nunca oyó. Piensa en una mesa con dos cafés calientes, azúcar y masas finas sobre un mantel inmaculado. Puede sentir el calor de dos hermanos que son amigos o dos amigos que son hermanos. No puede quitarse de la mente la imagen de una familia que, quizás a miles de kilómetros de distancia, espera el llamado que asegure que Germán llegó bien y que Leticia lo recibió como le enseñaron.

Piensa un abrazo dado por sorpresa en la cocina, en los dos cafés que ya están fríos y en las tres golondrinas que alejaron sus pensamientos. Vislumbra sus planes y descubre sus miedos. Piensa cómo alejarlos. A ambos. Pero, sabe, no puede ni debe. Después de todo, es sólo un reencuentro ajeno.

Deja abiertas las ventanas para que entre un día nuevo que siente ya viejo.

martes, 30 de junio de 2009

Confesiones del recuerdo

No tiene que ver con la racionalidad ni con callar, la memoria va más allá. Es el eterno juego de la verdad. No hay tiempo, la historia no se repite... la historia sigue. Camina, corre, se cansa y se arrastra. Pero no para. Nunca para. Y la memoria es testigo. Testigo presente, testigo valiente.

No hay diferencia entre la cobardía y el olvido. Ninguno existe. Son una misma mentira. La memoria avanza y todo lo graba. Una imagen, un recuerdo. Una palabra, un camino, un rostro. Una verdad y una mentira. Nada le es ajeno, nada se olvida.

Y el recuerdo llega... cuando menos se lo espera.

No existe el olvido.

jueves, 7 de mayo de 2009

15 cosas que me gustan*

  1. Los abrazos
  2. El invierno
  3. El helado
  4. Mis amigos
  5. Escuchar música
  6. Escribir
  7. Dormir
  8. Que llueva
  9. Tener la sensación de haber hecho las cosas bien
  10. Reír
  11. Conocer personas
  12. Usar bufanda
  13. Leer
  14. Caminar
  15. Sentir
Y la invitación queda hecha para quien quiera hacerlo (o no se le caiga una idea de la cabeza para postear).

*A pedido de Miguel.

domingo, 19 de abril de 2009

Cinco palabras

La felicidad es el instante.

jueves, 26 de marzo de 2009

En tres tiempos

Si ves al futuro, decile que se apure, que lo estoy esperando desde hace cien noches. Convencelo de que es mejor que el presente pero aclarale que algún día él también será pasado. Decile que lo sueño, que lo quiero, que lo espero. Rogale que no tarde, contale que lo espero, que no le tengo miedo. Mostrale mi foto y ojalá me recuerde cuando pase a mi lado. Que no se olvide de llevarme con él.

Si ves al pasado, decile que no vuelva. Que ya fue presente y, alguna vez, también futuro. Explicale que su tiempo ya pasó y que de él sólo quedan algunas cenizas en mí. Recordale algunos gestos, algunos abrazos, algunas caricias. Tarareale esa canción que tanto le gustaba. Hacelo. Hacelo para que vea que soy fuerte y no voy a caer en sus garras. Gritale en la cara que pude escurrirme de tantas artimañas y me liberé. No seas cobarde, decile que lo dejé por mi presente.

Al presente no le digas nada. Sólo amalo, lloralo, sufrilo… vivilo. No le tengas miedo, no te quedes con la duda. No cierres los ojos si no vas a volver a abrirlos. Miralo fijo pero no tanto… permitite ver más allá, proyectá el futuro, recordá el pasado. Que te sirva. Que nada te detenga.

Vivilo en tres tiempos. Disfrutalo en uno, a todos juntos.

jueves, 12 de marzo de 2009

"Que sueñes con los angelitos", le dijeron una vez cuando era chico. Y él, como si fuera una orden, pasó toda su vida buscando un ángel con quien soñar. Pasaron los días y las noches, los meses y los años... pasó una vida entera sin ton ni son, hasta que encontró a su ángel.

No lo pensó dos veces y fue a dormir con él. Con ese ser que sin tener alas le hacía sentir que volaba, que sin ser un hada estaba cumpliendo su sueño... que sin ser un ángel, le hacía sentir que lo era.

Esa noche, sin dudas, fue la mejor de su vida.

Pero a la mañana siguiente, cuando despertó, su ángel ya no estaba. Su ángel, el ángel de sus sueños, el que tanto había esperado, con quien había dormido y soñado la noche anterior, ya no estaba a su lado.

Desde ese mismo día, recorre las calles de su ciudad gritando, enloquecido y sin consuelo, "¡Dios es un sádico, sépanlo!".

martes, 3 de febrero de 2009

Soledad

Casi sin avisar y sin piedad, en el silencio de la noche, a lo lejos, los truenos liberan la ira de un dios superficial, uno que no entiende de dolor pero que lo permite, uno que no sabe de ilusiones porque todo lo creó y todo lo tuvo, ese que predica con el ejemplo de hacer y deshacer a su antojo.

Desafiante, la tormenta amenaza la calma que el cielo supo encontrar. Las hojas de los árboles se inquietan con el soplo del viento Sur y la luna sigue tapada por las nubes en un cielo casi turbio, más gris que azul.

Llevo más de dos horas intentando dormir; cerrándole las puertas a la desilusión, a ésa que no entiende de negación. A ésa que insiste e insiste en golpear hasta derrumbar las puertas y ventanas de este umbral que a veces ni yo me animo a atravesar. Siento que está a punto de vencerme, pero no doy el brazo a torcer. La luz que entra por la ventana no es más que la de los relámpagos que anuncian la tormenta que está por desatarse, pero (casi) me basta para cerrar los ojos y volver a intentar.

Y a vos te pregunto: ¿Qué hacés en tus noches de soledad?

sábado, 20 de diciembre de 2008

Saqué boleto de ida

... pero tengo el de vuelta también.

Nota sobre la mesa: ¡Tengan un excelente 2009! No me esperen despiertos... o sí.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Game over

Apuntó al corazón y disparó. Fue como terminar con su dolor, como decir "aquí estoy". Por un segundo dudó, pero al fin se convenció. No estuvo mal jugar con su verdad, no fue por azar.

Él, confundido, abrió sus ojos y enmudeció. Fue un instante de agonía que en el tiempo se desvaneció. No preguntó por su error, pero ella se lo recordó. No hizo falta nada más, fue sólo aclarar.

Sólo él sabe lo que cruzó por su cabeza en esos dos minutos treinta. No sé si le dolió, seguro no le importó. Ella entendió tiempo, él asumió silencio. Ella rompió contrato, él dijo no necesitarlo. Ella firme, él desconcertado.

Las reglas cambiaron. El tablero se dio vuelta. El juego ha terminado.

29/11/08

lunes, 17 de noviembre de 2008

Gris

Llueve. Una vez más, llueve.
Y parece eterno el gris del cielo.

Es la misma ventana,
la misma hora,
la misma sombra.

Duele.
No sé por qué
duele...

Y llueve.
No sé por qué.

23/10/08

sábado, 1 de noviembre de 2008

Vivo

Sin las preocupaciones que me atormentaban hace no mucho tiempo, sin mochilas pesadas y añejas, sin culpas propias ni ajenas. Sin permisos ni prohibiciones. Sin jaulas ni ataúdes. Sin ataduras aparentes, recién ahora me relajo.


Tengo tiempo, tengo ganas, tengo fuerza y tengo alma. Tengo (casi) todo para buscar lo que vine a buscar. Dejo atrás un mundo, entro a otro nuevo. Aunque a veces dudo o temo, tengo la esperanza de hacer realidad mis sueños. No voy a mirar hacia atrás, ni siquiera para recordar. No quiero acarrear muertos ni dolores ajenos, aunque a veces sienta que viajan conmigo. Esta vez no voy a permitir que lo que me condicionaba me siga y me persiga.


Voy a dejar todo lo viejo atrás. Voy a quemar todo vestigio de aquel pasado estruendoso y voy a renacer. Comprendí que era presa de aquella escena monocromática, repetida e invariable, y en el acto siguiente me liberé. Me pareció oír en ese mismo momento un canto a la libertad misma, un himno al respeto por mis decisiones.


Hoy, por fin, vivo y lo sé.


Algo comienza cuando termino de escribir esto.

13/03/08

domingo, 19 de octubre de 2008

Eterno

Sé que es la tormenta y no tu abrazo lo que está por llegar.
Sé que no son mis ojos sino el cielo el que está por llorar.
Hay un vacío... y no da para más.
Hay un árbol que se está por secar.
Espera la lluvia, espera un suelo...
se vuelan sus hojas con el soplo del viento.

Es frío, es cierto.
Hay una escalera que eleva todo al cielo.
Ella insiste, él lo niega.
Hay ojos que no tienen lamentos.

Es cobre, está muerto.
Apenas si se ve con la luz del cielo.
Es un reflejo entre penumbras de un cielo muerto,
de un cielo eterno.

Es gris, es austero.
No hay excesos.
Es el horizonte el que se aleja mientras espero.

Hay verde al pie del árbol.
Es vida lo que nace de ese suelo.
Es puro aquel blanco que se esfuma con lo incierto...
en lo eterno de su cielo.

viernes, 3 de octubre de 2008

El rompecabezas

Yo sé que las piezas encajan porque las vi caerse y desaparecer, enmohecerse y encender... difiriendo fundamentalmente.

La llama que avivó el fuego ha quemado un hoyo entre los dos, así que parecemos no poder alcanzar un final ni continuar... al menos no hoy.

Yo sé que las piezas encajan porque las vi derrumbarse. No hay falta, nadie a quien culpar. Pero desearía señalar con el dedo, culpar a otro, culparte... ver cómo esto se viene abajo para reunir las piezas y juntarlas de nuevo. Redescubrir.

Hubo un tiempo, cuando las piezas encajaban... pero yo te vi caer y desaparecer, enmohecerte y encender. Estrangulados por nuestra vehemencia.

He hecho la matemática suficiente para saber los peligros de nuestras especulaciones. Condenados a desmoronarnos. A menos que crezcamos.

Ese frío del silencio tiene una tendencia a atrofiar cualquier sentido de compasión entre nosotros, cualquier posibilidad de continuar.

Yo sé que las piezas encajan. Yo sé que el rompecabezas puede armarse y que tiene guardado un lugar para cada pieza que se nos extravió. Sólo hay que buscar las piezas, juntos.

viernes, 19 de septiembre de 2008

La lluvia no ha terminado

Esta mañana he despertado con el sonido de la lluvia. Han sido esas gotas cayendo del cielo quienes han hecho que deje de dormir. He abierto mis ojos y he mirado por la ventana esa nubosidad gris que se extiende más allá de lo que puedo ver y me he perdido en ella. No ha sido difícil encontrarme en las lágrimas del cielo... he compartido su pena y he dejado que mis ojos se nublen como él.

Me ha parecido tan sólo un momento pero el reloj dice que han sido horas. Me engaña. Siempre lo hace. Fue un instante, puedo asegurarlo. Y en ese instante no he visto nada. La vista se me ha nublado y el alma se me ha escapado. Apenas he podido escuchar el ruido de las hojas de los árboles bailando con el viento. Ha sido un secreto. He compartido con el viento el secreto del silencio. Me ha contado su verdad. Esa que nadie quiere oír, esa que todos quieren callar.

He visto la calle casi inundada y a un pequeño jugando. El sueño me ha engañado, no estaba jugando. ¿Qué haría un niño jugando con basura bajo la lluvia? ¿Qué buscaría un niño en ese cesto un día tan frío? ¿Acaso lo que otros encuentran en su hogar? Lo he observado detenidamente y he alcanzado a ver sus pies descalzos y su cuerpo entero mojado. Está solo. No parece esperar a nadie tampoco. Se ha sentado en la entrada de una casa, con la mirada perdida en el cielo. ¿Buscará allí algún consuelo? Se ha quedado inmóvil. La gente que pasa enfrente suyo ni siquiera lo ha notado.

Me ha dolido verlo así, tan indefenso. Así que he tomado mi abrigo y he salido a buscarlo. Mas no lo he encontrado. Debió haberse marchado bajo la lluvia... la misma lluvia que lo trajo hasta mi ventana y la misma lluvia que sigo viendo desde mi cama.

Ahora pienso que no es la misma lluvia. Ahora noto que algo ha cambiado. Ahora ya no estoy tan segura de que mi cielo sea el mismo cielo de aquel pequeño. Ahora dudo de mi deseo. Ahora pido por el suyo porque sé que cualquiera que sea, lo espera con más vehemencia que yo.

Y han pasado tres horas según marcan las agujas del reloj. La lluvia no ha cesado, siguen cayendo esas gotas que tanto extrañaba. Ahora espero. Espero que aquel pequeño haya encontrado lo que buscaba en el cesto. Porque la lluvia no ha terminado y debe sentirse desamparado.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Podría

Podría haber dejado todo como estaba, sin importarme nada.
Podría haberte dicho que te quiero con el alma,
y haberte gritado que te quedaras, para nada.
Podría haberte explicado cada silencio y cada palabra.
Y seguir sin entender nada.

Podría haberte mirado a los ojos como nunca,
y seguir queriéndote como siempre.
Podría haber esperado, y quizás nada más hubiera pasado.

Tirarme en la cama y sólo escuchar el sonido del alma.
Podría haberle dicho al corazón que se callara
y haberme quedado con las ganas de mirar el alba.

Podría haber exagerado y amenazado con la muerte.
Y morí. Pasó. La muerte del alma, es muerte en su esencia.
Tenía que desaparecer y lo hice.
Soy mucho más de lo que era hace cien años, en mi otra vida.

martes, 26 de agosto de 2008

Intenta y verás

Intenta justificar mis mentiras y verás que no puedes. Verás que es imposible y que no quieres seguir mi juego. Porque ni siquiera yo quiero seguir con él. Verás que no todo es eterno y que con esto ya ni yo misma me entretengo.

Intenta olvidar todo y verás que no existe el olvido. Verás que olvidar lo malo también es tener memoria. Te darás cuenta de que a veces mentía, y que lo hacía por amor. Comprenderás que nunca supe amar y que amé no hacerlo. Intentarás saber por qué lo hacía y comprobarás lo que digo, que fue todo una vil mentira. Un triste juego de azar. Un engaño del destino y una lágrima más derramada sobre la almohada.

Intenta volver y querrás escapar. Con algo de suerte y un poco de astucia tejerás artimañas y lograrás correr sin que me de cuenta. Así como lo hice yo alguna vez. No mires hacia atrás, es engañosa esta mirada y tal vez te tienten estos ojos llorosos y mi voz quebrada.

Escucha los alaridos de tu egoísmo y obedécelos. Vete. Vete pronto. Antes de que sea tarde. Huye del eventual dolor. Huye de mí. Te haré daño. Aún sin quererlo, te haré daño. No importa cuánto te ame, lo haré. Lenta y suavemente, te lastimaré.

Intenta quererme y acabarás lamentándote. Acabarás maldiciéndome. Estás a tiempo, vete ya. ¿Qué? ¿No ves? Me encuentro tirada sobre el suelo, sangrando y siendo víctima de mis propios errores, y todavía intento salvarte. Camina hacia la puerta, no mires hacia atrás y, por favor, cierra cuando salgas. Respira hondo y piensa que acabas de evitarnos una desilusión.

Intenta acercarte.

Verás muerte.

Sólo inténtalo y verás.

Verás lo que no quieres ver.

domingo, 17 de agosto de 2008

Esa noche

En el suelo se quedó dormida, tan quieta como traviesa. Inquieta. Se sumergió en el mar de los sueños, en ese inmenso lugar donde todo es posible y cada detalle cobra un significado propio y diferente, ajeno a lo real.

Esa noche fue una más. Una noche más, de esas que son para no olvidar. Soñó con él una vez más, con su sonrisa, con sus ojos, con su cándida mirada. Se sentía tan plena, tan llena, tan enamorada que nunca se dio cuenta de que todo era un sueño. Ni aun la mañana siguiente, cuando abrió los ojos y encontró su cuerpo frío desparramado en el piso.

Debió pensar que él había estado allí con ella durante toda la noche porque, al abrir los ojos, lo único que alcanzó a decir, entre suspiros, fue "¡te extrañé tanto... gracias por volver a mí!".

Desde esa noche, ella cree que él sigue a su lado, que la acompaña cada vez que cierra los ojos. Y por eso su cama siempre está tendida, porque desde esa noche, ellos duermen en el piso, como la primera vez...

Y todo porque esa noche, ella soñó con él.

sábado, 9 de agosto de 2008

Ilusión

Me abrazaste y el mundo entero se borró. Ya nada más existió… no hubo miedos, no hizo frío, no hubo más que lágrimas de amor. Te miré fijamente a los ojos y cerré los míos. Me besaste y el universo se esfumó. No hizo falta nada más, todo desapareció. A la luz de aquella luna quedamos solos, vos y yo.

En silencio, le pedí a la vida que no me dejaras nunca, que si algo tenía que perder fuera la cordura. Que si algo tenía que llorar, que no fuera tu ausencia. Que si por algo tenía que sonreír, que fuera por vos. Le pedí a tu estrella que fuera también la mía y que nunca dejara de brillar. Recé para que nada de esto terminara, para que siempre estuvieras conmigo y nunca me faltaras.

Lo pedí con vehemencia pero callada. No me escuchaste, mas cuando abrí mis ojos me mirabas con una ternura que nunca antes había visto en vos. Besaste mi frente y juraste que ibas a morir a mi lado. Sentí mi vida en tus manos.

Vi mi alma entera mirándose en tus brillantes ojos y en los míos viste la tuya. Nos perdimos juntos en aquella ilusión y no hizo falta nada más. Fue empezar a amar.

viernes, 1 de agosto de 2008

Punto de partida

Las manos le lavaron el rostro y las palabras le despertaron el alma dormida. Advirtió entonces que las cosas habían cambiado de una vez y para siempre, que su vida acababa de dar un giro contundente y que ella misma, ahora, era otra.

Había experimentado la emoción de oír a un alma en una sencilla y acaso perspicaz frase. A partir de allí, había empezado a buscarse y, sin dejar de hallarse, no se encontraba. La verdad estaba al alcance de sus ojos, pero algo le impedía verla.

Su protesta, justa pero sin piedad, le provocó el disgusto que le causaban las negociaciones de la existencia en su propio corazón. La discrepancia entre lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira, la razón y el corazón, parecía jamás acabar. La disputa interna se hacía cada vez más intensa.

Con el sello de lo inesperable, cada cosa que ocurría a su alrededor se iba penetrando en su corazón, aún sin saberlo. Sentada sobre el suelo, acariciándole la frente, fijos en él los hermosos ojos, fuentes de un llanto silencioso que le bañaba la faz, concluyó al fin en cerrar una etapa de su vida sellada por el dolor de las ausencias y dar comienzo a una nueva, esa misma noche, dándole rienda suelta a los sentimientos que dominarían su corazón de ahí en adelante.