viernes, 27 de noviembre de 2009

Viernes 6 am

Él llama a su puerta y sonríe. Ella se acerca al balcón y arroja un manojo de llaves para que pueda entrar. También sonríe.

Son las 6 am y a nadie se le ocurriría asomarse a la ventana una mañana de primavera que parece invierno. Sólo una paloma se atreve a revolotear en la ventana del edificio contiguo. Un gato atigrado, sigiloso, apenas se mueve en el techo de la casa de la esquina.

Alguien siente que puede verlo todo. Todo. Desde su ventana, desde lo alto de un edificio que pasa desapercibido ante los ojos de una multitud que empieza otro día, siente que puede verlo todo.

Y ve un reencuentro entre hermanos que hace tiempo no se ven. Ve risas cómplices y chistes familiares que nunca hizo y nunca oyó. Piensa en una mesa con dos cafés calientes, azúcar y masas finas sobre un mantel inmaculado. Puede sentir el calor de dos hermanos que son amigos o dos amigos que son hermanos. No puede quitarse de la mente la imagen de una familia que, quizás a miles de kilómetros de distancia, espera el llamado que asegure que Germán llegó bien y que Leticia lo recibió como le enseñaron.

Piensa un abrazo dado por sorpresa en la cocina, en los dos cafés que ya están fríos y en las tres golondrinas que alejaron sus pensamientos. Vislumbra sus planes y descubre sus miedos. Piensa cómo alejarlos. A ambos. Pero, sabe, no puede ni debe. Después de todo, es sólo un reencuentro ajeno.

Deja abiertas las ventanas para que entre un día nuevo que siente ya viejo.

martes, 30 de junio de 2009

Confesiones del recuerdo

No tiene que ver con la racionalidad ni con callar, la memoria va más allá. Es el eterno juego de la verdad. No hay tiempo, la historia no se repite... la historia sigue. Camina, corre, se cansa y se arrastra. Pero no para. Nunca para. Y la memoria es testigo. Testigo presente, testigo valiente.

No hay diferencia entre la cobardía y el olvido. Ninguno existe. Son una misma mentira. La memoria avanza y todo lo graba. Una imagen, un recuerdo. Una palabra, un camino, un rostro. Una verdad y una mentira. Nada le es ajeno, nada se olvida.

Y el recuerdo llega... cuando menos se lo espera.

No existe el olvido.

jueves, 7 de mayo de 2009

15 cosas que me gustan*

  1. Los abrazos
  2. El invierno
  3. El helado
  4. Mis amigos
  5. Escuchar música
  6. Escribir
  7. Dormir
  8. Que llueva
  9. Tener la sensación de haber hecho las cosas bien
  10. Reír
  11. Conocer personas
  12. Usar bufanda
  13. Leer
  14. Caminar
  15. Sentir
Y la invitación queda hecha para quien quiera hacerlo (o no se le caiga una idea de la cabeza para postear).

*A pedido de Miguel.

domingo, 19 de abril de 2009

Cinco palabras

La felicidad es el instante.

jueves, 26 de marzo de 2009

En tres tiempos

Si ves al futuro, decile que se apure, que lo estoy esperando desde hace cien noches. Convencelo de que es mejor que el presente pero aclarale que algún día él también será pasado. Decile que lo sueño, que lo quiero, que lo espero. Rogale que no tarde, contale que lo espero, que no le tengo miedo. Mostrale mi foto y ojalá me recuerde cuando pase a mi lado. Que no se olvide de llevarme con él.

Si ves al pasado, decile que no vuelva. Que ya fue presente y, alguna vez, también futuro. Explicale que su tiempo ya pasó y que de él sólo quedan algunas cenizas en mí. Recordale algunos gestos, algunos abrazos, algunas caricias. Tarareale esa canción que tanto le gustaba. Hacelo. Hacelo para que vea que soy fuerte y no voy a caer en sus garras. Gritale en la cara que pude escurrirme de tantas artimañas y me liberé. No seas cobarde, decile que lo dejé por mi presente.

Al presente no le digas nada. Sólo amalo, lloralo, sufrilo… vivilo. No le tengas miedo, no te quedes con la duda. No cierres los ojos si no vas a volver a abrirlos. Miralo fijo pero no tanto… permitite ver más allá, proyectá el futuro, recordá el pasado. Que te sirva. Que nada te detenga.

Vivilo en tres tiempos. Disfrutalo en uno, a todos juntos.

jueves, 12 de marzo de 2009

"Que sueñes con los angelitos", le dijeron una vez cuando era chico. Y él, como si fuera una orden, pasó toda su vida buscando un ángel con quien soñar. Pasaron los días y las noches, los meses y los años... pasó una vida entera sin ton ni son, hasta que encontró a su ángel.

No lo pensó dos veces y fue a dormir con él. Con ese ser que sin tener alas le hacía sentir que volaba, que sin ser un hada estaba cumpliendo su sueño... que sin ser un ángel, le hacía sentir que lo era.

Esa noche, sin dudas, fue la mejor de su vida.

Pero a la mañana siguiente, cuando despertó, su ángel ya no estaba. Su ángel, el ángel de sus sueños, el que tanto había esperado, con quien había dormido y soñado la noche anterior, ya no estaba a su lado.

Desde ese mismo día, recorre las calles de su ciudad gritando, enloquecido y sin consuelo, "¡Dios es un sádico, sépanlo!".

martes, 3 de febrero de 2009

Soledad

Casi sin avisar y sin piedad, en el silencio de la noche, a lo lejos, los truenos liberan la ira de un dios superficial, uno que no entiende de dolor pero que lo permite, uno que no sabe de ilusiones porque todo lo creó y todo lo tuvo, ese que predica con el ejemplo de hacer y deshacer a su antojo.

Desafiante, la tormenta amenaza la calma que el cielo supo encontrar. Las hojas de los árboles se inquietan con el soplo del viento Sur y la luna sigue tapada por las nubes en un cielo casi turbio, más gris que azul.

Llevo más de dos horas intentando dormir; cerrándole las puertas a la desilusión, a ésa que no entiende de negación. A ésa que insiste e insiste en golpear hasta derrumbar las puertas y ventanas de este umbral que a veces ni yo me animo a atravesar. Siento que está a punto de vencerme, pero no doy el brazo a torcer. La luz que entra por la ventana no es más que la de los relámpagos que anuncian la tormenta que está por desatarse, pero (casi) me basta para cerrar los ojos y volver a intentar.

Y a vos te pregunto: ¿Qué hacés en tus noches de soledad?