viernes, 19 de septiembre de 2008

La lluvia no ha terminado

Esta mañana he despertado con el sonido de la lluvia. Han sido esas gotas cayendo del cielo quienes han hecho que deje de dormir. He abierto mis ojos y he mirado por la ventana esa nubosidad gris que se extiende más allá de lo que puedo ver y me he perdido en ella. No ha sido difícil encontrarme en las lágrimas del cielo... he compartido su pena y he dejado que mis ojos se nublen como él.

Me ha parecido tan sólo un momento pero el reloj dice que han sido horas. Me engaña. Siempre lo hace. Fue un instante, puedo asegurarlo. Y en ese instante no he visto nada. La vista se me ha nublado y el alma se me ha escapado. Apenas he podido escuchar el ruido de las hojas de los árboles bailando con el viento. Ha sido un secreto. He compartido con el viento el secreto del silencio. Me ha contado su verdad. Esa que nadie quiere oír, esa que todos quieren callar.

He visto la calle casi inundada y a un pequeño jugando. El sueño me ha engañado, no estaba jugando. ¿Qué haría un niño jugando con basura bajo la lluvia? ¿Qué buscaría un niño en ese cesto un día tan frío? ¿Acaso lo que otros encuentran en su hogar? Lo he observado detenidamente y he alcanzado a ver sus pies descalzos y su cuerpo entero mojado. Está solo. No parece esperar a nadie tampoco. Se ha sentado en la entrada de una casa, con la mirada perdida en el cielo. ¿Buscará allí algún consuelo? Se ha quedado inmóvil. La gente que pasa enfrente suyo ni siquiera lo ha notado.

Me ha dolido verlo así, tan indefenso. Así que he tomado mi abrigo y he salido a buscarlo. Mas no lo he encontrado. Debió haberse marchado bajo la lluvia... la misma lluvia que lo trajo hasta mi ventana y la misma lluvia que sigo viendo desde mi cama.

Ahora pienso que no es la misma lluvia. Ahora noto que algo ha cambiado. Ahora ya no estoy tan segura de que mi cielo sea el mismo cielo de aquel pequeño. Ahora dudo de mi deseo. Ahora pido por el suyo porque sé que cualquiera que sea, lo espera con más vehemencia que yo.

Y han pasado tres horas según marcan las agujas del reloj. La lluvia no ha cesado, siguen cayendo esas gotas que tanto extrañaba. Ahora espero. Espero que aquel pequeño haya encontrado lo que buscaba en el cesto. Porque la lluvia no ha terminado y debe sentirse desamparado.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Podría

Podría haber dejado todo como estaba, sin importarme nada.
Podría haberte dicho que te quiero con el alma,
y haberte gritado que te quedaras, para nada.
Podría haberte explicado cada silencio y cada palabra.
Y seguir sin entender nada.

Podría haberte mirado a los ojos como nunca,
y seguir queriéndote como siempre.
Podría haber esperado, y quizás nada más hubiera pasado.

Tirarme en la cama y sólo escuchar el sonido del alma.
Podría haberle dicho al corazón que se callara
y haberme quedado con las ganas de mirar el alba.

Podría haber exagerado y amenazado con la muerte.
Y morí. Pasó. La muerte del alma, es muerte en su esencia.
Tenía que desaparecer y lo hice.
Soy mucho más de lo que era hace cien años, en mi otra vida.