Intenta justificar mis mentiras y verás que no puedes. Verás que es imposible y que no quieres seguir mi juego. Porque ni siquiera yo quiero seguir con él. Verás que no todo es eterno y que con esto ya ni yo misma me entretengo.
Intenta olvidar todo y verás que no existe el olvido. Verás que olvidar lo malo también es tener memoria. Te darás cuenta de que a veces mentía, y que lo hacía por amor. Comprenderás que nunca supe amar y que amé no hacerlo. Intentarás saber por qué lo hacía y comprobarás lo que digo, que fue todo una vil mentira. Un triste juego de azar. Un engaño del destino y una lágrima más derramada sobre la almohada.
Intenta volver y querrás escapar. Con algo de suerte y un poco de astucia tejerás artimañas y lograrás correr sin que me de cuenta. Así como lo hice yo alguna vez. No mires hacia atrás, es engañosa esta mirada y tal vez te tienten estos ojos llorosos y mi voz quebrada.
Escucha los alaridos de tu egoísmo y obedécelos. Vete. Vete pronto. Antes de que sea tarde. Huye del eventual dolor. Huye de mí. Te haré daño. Aún sin quererlo, te haré daño. No importa cuánto te ame, lo haré. Lenta y suavemente, te lastimaré.
Intenta quererme y acabarás lamentándote. Acabarás maldiciéndome. Estás a tiempo, vete ya. ¿Qué? ¿No ves? Me encuentro tirada sobre el suelo, sangrando y siendo víctima de mis propios errores, y todavía intento salvarte. Camina hacia la puerta, no mires hacia atrás y, por favor, cierra cuando salgas. Respira hondo y piensa que acabas de evitarnos una desilusión.
Intenta acercarte.
Verás muerte.
Sólo inténtalo y verás.
Verás lo que no quieres ver.
Intenta olvidar todo y verás que no existe el olvido. Verás que olvidar lo malo también es tener memoria. Te darás cuenta de que a veces mentía, y que lo hacía por amor. Comprenderás que nunca supe amar y que amé no hacerlo. Intentarás saber por qué lo hacía y comprobarás lo que digo, que fue todo una vil mentira. Un triste juego de azar. Un engaño del destino y una lágrima más derramada sobre la almohada.
Intenta volver y querrás escapar. Con algo de suerte y un poco de astucia tejerás artimañas y lograrás correr sin que me de cuenta. Así como lo hice yo alguna vez. No mires hacia atrás, es engañosa esta mirada y tal vez te tienten estos ojos llorosos y mi voz quebrada.
Escucha los alaridos de tu egoísmo y obedécelos. Vete. Vete pronto. Antes de que sea tarde. Huye del eventual dolor. Huye de mí. Te haré daño. Aún sin quererlo, te haré daño. No importa cuánto te ame, lo haré. Lenta y suavemente, te lastimaré.
Intenta quererme y acabarás lamentándote. Acabarás maldiciéndome. Estás a tiempo, vete ya. ¿Qué? ¿No ves? Me encuentro tirada sobre el suelo, sangrando y siendo víctima de mis propios errores, y todavía intento salvarte. Camina hacia la puerta, no mires hacia atrás y, por favor, cierra cuando salgas. Respira hondo y piensa que acabas de evitarnos una desilusión.
Intenta acercarte.
Verás muerte.
Sólo inténtalo y verás.
Verás lo que no quieres ver.